En ecología, un individuo es la unidad básica para el estudio ecológico: un organismo único capaz de sobrevivir y reproducirse. Por ejemplo, un lobo, un roble o una mariposa o una bacteria son individuos (pero cada uno de ellos, no confundir con el concepto especie que veremos ahora). Una especie es un conjunto de individuos que comparten características genéticas y morfológicas, y que pueden reproducirse entre sí produciendo descendencia fértil. Por ejemplo, Canis lupus es la especie a la que pertenecen todos los lobos, aunque cada lobo sea un individuo diferente. Dentro del género Canis hay varias especies de lobos.
Una población es un conjunto de individuos de la misma especie que coexisten en un área geográfica determinada y que interactúan entre sí. Es decir, pueden competir entre ellos por el alimento, reproducirse, ayudarse, etc. El concepto de población permite estudiar la dinámica de todos los individuos que forman esa población como una unidad: crecimiento poblacional, tasa de natalidad, tasa de mortalidad, tasa de migración, etc. Todos ellos referidos al nivel de organización de POBLACIÓN.
Por ejemplo, los lobos que habitan el Parque Nacional de Yellowstone forman una población, ya que comparten territorio y se reproducen entre ellos.
El concepto de metapoblación se refiere a un conjunto de poblaciones locales de la misma especie que se encuentran parcialmente aisladas pero que están conectadas mediante dispersión de individuos. Cada población local puede experimentar extinciones temporales, mientras que la dispersión de individuos entre parches permite la persistencia global de la especie. Esas poblaciones por tanto intercambian material genético, pero con menor frecuencia de lo que lo hacen las subpoblaciones que forman la metapoblación.
Por ejemplo, una especie de mariposa puede vivir en múltiples fragmentos de bosque dentro de una región. Cada fragmento tiene su población local, y los individuos que vuelan de un fragmento a otro conectan estas poblaciones, formando una metapoblación.
Comprender estos niveles de organización ecológica (individuo y población) es fundamental para estudiar la dinámica de las especies, la conservación de hábitats y la gestión de poblaciones. Mientras que el individuo es la unidad ecológica, la población permite analizar interacciones intraespecíficas, y la metapoblación refleja la estructura espacial y conectividad entre poblaciones.
"El estudio de la ecología de poblaciones requiere considerar desde el individuo hasta la red de poblaciones conectadas que aseguran la persistencia de la especie".